Se estima que 50 bombas nucleares almacenadas en la
base aérea estadounidense en Incirilik, Turquía, se han convertido en
posibles fichas de negociación en la tensa relación entre Washington y Ankara a
raíz de la ofensiva turca en Siria. Aunque Donald Trump dio luz verde a la
ofensiva en una llamada telefónica hace ocho días con el presidente turco,
Recep Tayyip Erdogan, el Congreso de los Estados Unidos planea imponer
sanciones severas a Turquía. Trump, enfrentando una reacción violenta de
su partido por aceptar la invasión, ha respaldado las medidas punitivas. El
lunes, la UE declaró un embargo de armas a Turquía, y un proyecto de ley
bipartidista planificado en el Congreso sancionaría a los líderes turcos y
cortaría el suministro de armas de Estados Unidos. La presencia de bombas de
gravedad nuclear B61 en la base aérea de İncirlik, que está a unas 100 millas de la
frontera siria y que la fuerza aérea de los Estados Unidos comparte con su
homólogo turco, está complicando los cálculos de Washington. En los últimos
días, los funcionarios de la administración han estado revisando en silencio
los planes para mover las bombas, informó el lunes el New
York Times. El informe citó a un alto funcionario que dijo que las bombas
se habían convertido en rehenes de Erdogan y que volarlas fuera de İncirlik
sería el final de facto de la alianza turco-estadounidense.
Los planes para eliminar las bombas se han considerado
con frecuencia, pero nunca se han puesto en práctica. Se supone que los
funcionarios no deben discutir la existencia de bombas desplegadas en Turquía y
otros cuatro estados miembros de la OTAN, pero son un secreto a voces. Son
una reliquia de la guerra fría sin función operativa en un plan de
guerra. Para desplegarlos, Estados Unidos tendría que volar en aviones
para transportarlos. Turquía no tiene aviones certificados para portar
armas nucleares. Las discusiones dentro de la OTAN en las últimas tres décadas
sobre su retirada han fracasado en la oposición de los estados miembros,
incluida Turquía, que los vieron como símbolos valiosos del compromiso de los
Estados Unidos con su defensa a través de una disuasión extendida. Retirar las
armas en estas circunstancias no sería sencillo. Extraerlas puede ser
increíblemente arriesgado, ya que implicaría retirar 50 armas nucleares de las
bóvedas, moverlas a una base turca y sacarlas del espacio aéreo turco. Podrían
ser vulnerables a accidentes, robos o ataques. Funcionarios británicos, después
de haber dicho durante mucho tiempo en privado que ningún estado miembro
saliente debería bloquear las decisiones de la UE, estaban interesados en subrayar
la importancia de reconocer a Turquía como un socio crucial en la región. (Source/Photo: Various Media)
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